Cuando decidimos hacer el Primer Congreso de Libertad Emocional, me quedé dudando de qué tema podría tratar. Y la respuesta vino rápido: trata aquello que conozcas. Y lo mejor que conozco es a mí misma.

Soy Rosa Delia Peraza Peña y soy Artesana, Terapeuta en Biodescodificación, Terapeuta en Libertad Emocional y Tarot Terapéutico.

Todo mi camino de vida viene marcado por mi abuela materna: Panchita. Hoy entiendo que ha sido tan importante en mi vida que me ha llevado a ser terapeuta.

Con ella aprendí a montar los puntos en las agujas de tricotar y a hacer los puntos básicos. Luego ya mi propia curiosidad y perseverancia me llevó a aprender a través de revistas, ya que
no contábamos con las redes sociales que tenemos hoy. Luego vino el crochet, que aprendí también sola usando las revistas también.

Panchita también santiguaba. En Canarias hablamos de siempre del “mal de ojo”. Es como una fuerza excesiva en la vista que hace que el que tenga esa fuerza excesiva pueda dañar a otros produciéndole síntomas de diversos tipos. Panchita usaba tres hojas de Mimo (una planta que crece silvestre y que seguramente tendrá otros nombres en diferentes sitios). Con sus tres hojas de mimo, las pasaba por el cuerpo de la persona dañada, mientras decía una serie de oraciones y rezos. Inmediatamente Panchita empezaba a bostezar, a eructar lo que se consideraba síntoma de que la persona tenía de verdad mal de ojo y que se lo estaba quitando mi abuela. En aquellos días, yo veía aquello y consideraba que eran creencias “de viejos” y que no tenían ninguna base real que justificara ese mal de ojo.

Cuando empecé como terapeuta, empezaron mis bostezos y mis eructos, exactamente igual que Panchita. Y entendí que lo que hacía mi abuela era conectarse emocionalmente con la persona y ayudarla a liberar las emociones. Exactamente igual que hacemos hoy en la terapia.

Ella lo sabía de forma natural, aunque sin entender el funcionamiento. Necesité entender el proceso, para reconocer la sabiduría natural de nuestros ancestros.

Delante de la casa de Panchita, en verano, buscando el fresco de la tarde, se reunían casi todos los días un grupo variopinto de personas. De todas las edades. Desde niños pequeños, adolescentes, jóvenes, personas maduras o ancianos. Nos reuníamos para escuchar los “cuentos” (como ellos les llamaban) de los ancianos. Eran mis dos abuelas (Panchita y Chanita), mi abuelo materno Donato y una tía de mi abuelo llamada Juana Moseguez. Las conversaciones de estas cuatro personas eran entretenidas y muy divertidas.

Sobre todo, Juana y Panchita, eran de las que cuentan las cosas encontrando siempre un punto cómico. Y lo más curioso, es que lo hacían sin programarlo, de forma natural. Aquellas reuniones eran una forma de relajar tensiones, contar anécdotas, a veces tristes también, reír, expresar y compartir. Hoy la llamaríamos terapia de grupo.

Empecé a interesarme por el mundo emocional después de repetir en mi vida una situación conflictiva. Con diferentes personas, pero la situación era prácticamente la misma. Recuerdo que me enfadé. Me enfadé mucho.

Cuando recuerdo ese momento me viene la imagen de la película “Lo que el viento se llevó” cuando Escarlata O'Hara, puño en alto, juraba que nunca volvería a pasar hambre. En mi caso me enfadé con Dios y pedí cómo hacer las cosas de otra forma. Esa intensidad emocional, me llevó a encontrar diversos caminos. El primero la Biodescodificación, luego la Libertad Emocional y, por último, el tarot.

En aquella situación de repetición, se intensificó mi pasión por la Artesanía, que había tenido abandonada durante muchos años. Volví a coger mis agujas y me di cuenta de que me tranquilizaba inmediatamente. Tejer, usar las dos manos al mismo tiempo, es meditativo, por lo que es un ejercicio estupendo para relajar la mente.

Con la Biodescodificación entendí, que el cuerpo es un mapa, que nos va dando información dependiendo de qué parte se activa. Los síntomas pueden ser físicos y reflejarse en el cuerpo como dolencias o enfermedades o pueden ser síntomas de nuestra vida diaria (no tener trabajo, tener un jefe abusivo, llevarnos mal con alguien de la familia, tener un accidente...). Si aprendemos el lenguaje del cuerpo, podemos entender lo que nuestro inconsciente está intentando decirnos.

Cuando apareció en mi vida la Libertad Emocional de la mano de Paco Vinagre, fue como haber encontrado la piedra Rosseta. Se conectaron la mente y el cuerpo teniendo como nexo de unión las emociones. Para mí, la Biodescodificación aclara los “¿por qué?”, pero con la Libertad Emocional encontramos los “¿Cómo?”. El sistema que ha desarrollado Paco Vinagre es espectacularmente efectivo. Yo lo he vivido en mi propia experiencia y también en las sesiones de terapia con mis consultantes. Aunque suene “peloteo”, creo que a Paco Vinagre deberían darle unos cuantos Premios Nobel.

Luego apareció el tarot en mi vida. Para el que no sepa qué es el tarot, es un sistema de 72 cartas o arcanos donde hay 22 arcanos mayores y 56 arcano menores. Los arcanos mayores nos hablan de nuestra estructura, y los menores son más de circunstancias del día a día. Todos ellos juntos nos ayudan a entender qué tenemos en nuestro inconsciente y formas de sanarlo. Siempre me había interesado, pero creo que tenía juicios al respecto, como que “hay mucho charlatán”, que es “un engaño”,... etc.

A pesar de todo, decidí aprender hace unos seis años. Fue muy curioso porque mi madre me dijo hace dos años que su abuela paterna (mi bisabuela Esperanza), echaba las cartas. Y entendí de dónde me venía mi interés por el tarot.

He de decir también con respecto al tarot, que lo uso como forma de autoconocimiento, para saber qué hay en el inconsciente activo en ese momento. Considero que la información que nos da el tarot no debe tomarse como una certeza absoluta o inamovible. Al contrario. Sabiendo lo que hay en el inconsciente por medio del tarot, podemos trabajarlo a nivel emocional y cambiar esa información.

Lo mismo que en la Biodescodificación. Suelo hacer el árbol genealógico a los consultantes, como forma de ver las energías que se mueven en su clan, pero sin perder de vista que esas energías son las que “siente” el consultante y que, cualquier otro integrante del clan, puede sentir esa energías de forma diferente. Cambiando la forma de percibir esas energías, se cambia todo

Con estos conocimientos y experiencias, hago mi Terapia Artesanal. ¿Por qué Artesanal?

Porque en la artesanía mezclo diferentes técnicas, uso diferentes materiales y diferentes herramientas. Y al mezclar, surgen cosas diferentes, creativas y hermosas. Todo lo aprendido lo pongo al servicio de lo que quiero crear hasta que me guste el resultado Lo mismo con las terapias. Uso diferentes herramientas, diferentes técnicas para llegar al resultado que quiero: que la persona libere lo que le hace sufrir y, a partir de ahí, empiece a mejorar.

Así como me encanta enseñar las técnicas de artesanía que uso, también intento enseñar a los consultantes cómo tratarse en su día a día, para que sean lo más autónomos posibles y consigan ser la mejor creación de sí mismos posible.

De alguna forma siento que todos mis antepasados (en particular mi abuela Panchita) están en todas mis creaciones artesanales y también en todas las terapias, acompañándome, aconsejándome a través de la intuición. Soy lo que soy, porque ellos fueron lo que fueron. Y cambiaré lo que soy cuando no me valga y ellos seguirán estando en mí, con su ayuda, con su energía, en definitiva, con su amor.

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