Si nuestras enfermedades provienen de conflictos bio-emocionales a los que nuestro cuerpo se adapta a través de cambios en su funcionamiento (síntomas), ¿por qué los niños pequeños tienen enfermedades cuando se les ve contentos y son capaces de cambiar su estado emocional en segundos?

La respuesta es sencilla: los niños somatizan los conflictos sostenidos de sus padres.

Pero antes de echarnos culpas innecesarias vamos a ver que significa esta afirmación en detalle.

Enfermedades de la infancia

Los niños son un espejo de los padres y una esponja emocional, ya que es el modo básico de aprendizaje: repetir todo lo que perciben, incluso a nivel metabólico y energético. El problema es que los peques absorben sin filtro la intensidad completa de los conflictos presentes de sus progenitores y replican los heredados de las estructuras energéticas de su familia, incluidos los de los antepasados. En ese punto, como su psique no tiene mecanismos para encontrar soluciones mentales, el cerebro dispara los programas de adaptación biológica casi instantáneamente, por lo que generalmente "se adelantan" presentando los síntomas que luego "contagiarán" a sus padres.

También es cierto que existen ciertas enfermedades asociadas a la infancia, como la rubeola, el sarampión, las viruelas, la tos ferina, las paperas, la escarlatina, la varicela, etc. Éstas suelen coincidir con períodos de evolución del niño que vive conflictivamente, por ejemplo: dificultades escolares, separaciones, sentirse presionado en su desarrollo físico o mental, etc. La enfermedad es un tiempo de reposo que exige el cuerpo, que se recuperará más rápido si recibe ternura, amor y atención. Emociones que le permitirán a los niños desarrollarse armónicamente para avanzar en la vida con confianza.

Como caso particular muy frecuente, el resfriado común responde a un conflicto de “sentir el peligro” y las mucosas se tapan para evitar el contacto. Puede aparecer cuando los niños están presentes en las discusiones de los mayores, cuando se les involucra o cuando se les riñe y necesitan mantener distancia con la "fuente del peligro".

Etapas evolutivas y enfermedades

Atendiendo al desarrollo temporal de la psique de los peques se puede ver una evolución en el origen real de sus enfermedades. Una guía aproximada puede ser ésta:

1. Los conflictos transgeneracionales se pueden mostrar en los niños desde la gestación, pero solo activaran el programa biológico con el consentimiento (consciente o no) de los padres.
2. Desde la concepción hasta los 3 años los conflictos provienen fundamentalmente de la madre, el peque y ella comparten una misma noción del ser, se identifican como uno y resuenan emocional y energéticamente como una unidad.
3. De los 4 a los 6-7 años la madre sigue teniendo un papel predominante, aunque los conflictos del padre puede pasar al niño siempre y cuando la madre resuene con el problema. Y será el resentir de la madre, no el del padre, el que determine la enfermedad del nene.
4. De los 6-7 a los 13-14 años papá cobra importancia. Si un niño ha estado sano hasta los siete y es enfermizo a partir de esa edad indica que está resonando con los conflictos ocultos de papá.
5. Desde los 13-14 el peso de los conflictos de los padres se iguala y llegará un momento (no antes de los once y no después de los quince, salvo extrañas excepciones) en el que la individualidad del individuo aflora. Los jóvenes sienten que ya son autónomos y la fuente principal de sus conflictos se vuelve propia. Aunque si tenemos en cuenta el aprendizaje realizado hasta ese momento, en realidad, los chicos estarán repitiendo las mismas vivencias conflictivas no sanadas de antes de su independencia, programa que mostró Marc Frechet al definir el Ciclo Biológico Memorizado de Autonomía. También puede suceder que un niño decida ser autónomo y luego por algo vuelve atrás, pero desde el momento en que "corta el cordón", ya es autónomo y es posible tratar directamente con él el conflicto.

Ayudar a sanar a los niños

Como padres y adultos, para ayudar a sanar la enfermedad a un niño debemos responsabilizarnos del proceso, sabiendo que el peque simplemente nos está mostrando aquello que nosotros tenemos sin resolver y que si no lo tratamos en profundidad se volverá a repetir. Es más, la lealtad inconsciente de los hijos es tan fuerte que muchos padres sanan, mejoran o incluso salvan la vida cuando sus hijos enferman, por lo que esos niños enfermarán las veces que haga falta como medio de ayuda a sus padres.

Un ejemplo del  Diccionario Bio-Emocional de Joan Marc Vilanova Pujó es el siguiente: <<Un padre con innumerables problemas le comentaba a un terapeuta. “Con todo lo que paso, y no me pongo nunca enfermo.” El terapeuta le pregunta: “¿Tiene hijos?” A lo que responde el padre: “Si, uno, y él sí que enferma, es el primero de la clase en coger la gripe, un resfriado, las paperas o lo que sea.” “Claro, él te está prestando su sistema inmunitario. ¿Ya se lo agradeces?”>>

Por otro lado, es muy importante contarle al niño,  aunque sea muy pequeño y creamos que no nos oye, qué está pasando y cómo su cuerpo ha activado una cambio para estar mejor, de modo que desarrolle la confianza en su propio cuerpo y sus procesos. Como ayuda para explicarlo dispones de los cuentos NMG de la Familia Bravo.