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Mi "golpe" de iluminación

Jill BolteLa Dra. Jill Bolte Taylor es una neurocientífica que en 1996 sufrió una grave hemorragia (MAV) en el hemisferio izquierdo del cerebro que le hizo perder la capacidad de caminar, hablar, leer, escribir o recordar algo de su vida, pero tuvo una experiencia increíble experimentando la vida solo desde el hemisferio derecho, que le hizo comprender lo siguiente:

"¿quiénes somos? Somos la fuerza generadora de vida del universo con destrezas manuales y dos mentes cognitivas. Y tenemos el poder de elegir, momento a momento, quiénes somos y cómo queremos estar en este mundo. Aquí mismo, en este momento, puedo ir a la conciencia de mi hemisferio derecho, donde estamos. Soy la fuerza generadora de vida del universo. Soy la fuerza generadora de vida de 50 billones de hermosos genios moleculares que componen mi forma como una persona con todo lo que eso significa. O puedo elegir ir a la conciencia de mi hemisferio izquierdo donde soy un individuo particular una sustancia, independiente del resto, separada de ustedes".

Jill Bolte.

En esta entrada te traemos su intervención en las charlas TED, en la que explica su experiencia de "iluminación" (contacto con la paz y conexión global) durante el ictus que sufrió. Una información que abrirá las fronteras de tu mente.

Más información sobre el cerebro:

El potencial oculto de la mente.

La conexión intestino-cerebro es poderosa.

El niño 'milagro' que nació sin cerebro.

Tenemos 5 cerebros.

El cerebro de Buda: Neuroplasticidad y Meditación.

Las pantallas y el cerebro emocional.

Ortículo original en ted.com

Nota: puedes activar los subtítulos en español en uno de los botones de abajo a la izquierda del vídeo.

Transcripción

Crecí para estudiar el cerebro porque tengo un hermano que fue diagnosticado con un trastorno cerebral: esquizofrenia. Y como hermana y más tarde, como científica, quería entender por qué puedo abstraer mis sueños, puedo conectarlos a mi realidad y hacerlos realidad. ¿Qué sucede con el cerebro de mi hermano y su esquizofrenia que no puede conectar sus sueños con una realidad común y compartida sino que se vuelven delirios? 

Entonces dediqué mi carrera a investigar las enfermedades mentales severas. Me mudé de mi hogar en Indiana a Boston donde trabajé en el laboratorio de la Dra. Francine Benes en el Departamento de Psiquiatría de Harvard. Allí nos preguntamos "¿Cuáles son las diferencias biológicas entre los cerebros de los individuos que tuvieron un diagnóstico normal en comparación con los cerebros de los individuos diagnosticados con esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo o trastorno bipolar? 

Mapeamos esencialmente los microcircuitos del cerebro: qué células se comunican con qué células, con qué químicos, y en qué cantidades de químicos. Mi vida tenía mucho sentido porque estaba realizando este tipo de investigaciones durante el día pero por las noches y los fines de semana viajaba apoyando a la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales, NAMI. Pero la mañana del 10 de diciembre de 1996, me desperté y descubrí que yo misma tenía un trastorno en mi cerebro. Un vaso sanguíneo explotó en la parte izquierda de mi cerebro y en el curso de cuatro horas, vi cómo mi cerebro se deterioraba en su capacidad de procesar todo tipo de información. En la mañana de la hemorragia no podía caminar, hablar, leer, escribir ni recordar nada de mi vida. Esencialmente me convertí en una niña en el cuerpo de una mujer. 

Si alguna vez han visto el cerebro humano, es obvio que los dos hemisferios están completamente separados uno del otro. Y he traído para ustedes un cerebro humano real. Este es un cerebro humano real. 

Esta es la parte frontal del cerebro, la parte posterior con la médula espinal colgando y ésta es la ubicación en el interior de la cabeza. Cuando observamos el cerebro, es obvio que las dos cortezas cerebrales están completamente separadas entre sí. Para los que entienden de ordenadores, nuestro hemisferio derecho funciona como un procesador en paralelo. mientras que nuestro hemisferio izquierdo funciona como uno en serie. Los dos hemisferios se comunican entre sí a través del cuerpo calloso, que está compuesto por alrededor de 300 millones de fibras de axón. Pero excepto por eso, los dos hemisferios están completamente separados. porque procesan información de manera diferente, cada uno de nuestros hemisferios piensa cosas distintas. Les interesan cosas diferentes, y me atrevo a decir que hasta tienen muy diferentes personalidades. 

Disculpe. Gracias. Un placer. (Ayudante: Realmente un placer). 

Nuestro hemisferio derecho se ocupa del momento presente. Solo le concierne el aquí y ahora. Nuestro hemisferio derecho piensa en imágenes y aprende quinestéticamente a través del movimiento de nuestros cuerpos. La información, en forma de energía, fluye simultáneamente a través de todos nuestros sistemas sensoriales y explota en este enorme collage con la apariencia de este momento el gusto, el sabor de este momento... los sonidos y los sentimientos que provoca. Soy un ser hecho de energía conectado a la energía que me rodea a través de la conciencia de mi hemisferio derecho. Somos seres hechos de energía, conectados entre sí mediante la conciencia de nuestros hemisferios derechos como una familia humana. Y en este lugar, en este momento, somos hermanos y hermanas en este planeta, estamos aquí para hacer del mundo un lugar mejor. Y en este momento somos perfectos, completos y hermosos. 

Mi hemisferio izquierdo, nuestro hemisferio izquierdo es un lugar muy diferente. Nuestro hemisferio izquierdo piensa lineal y metódicamente. El hemisferio izquierdo se concentra en el pasado y en el futuro. Este hemisferio está diseñado para sacar ese enorme collage del momento presente y observar los detalles, detalles y más detalles de esos mismos detalles. Luego, categoriza la información y la organiza, la asocia con todo lo que hemos aprendido en el pasado y la proyecta en el futuro de todas nuestras posibilidades. El hemisferio izquierdo piensa en forma de lenguaje. Es esa voz que escuchamos en el cerebro que me conecta a mí y mi mundo interno con mi mundo externo. Es esa vocecita que me dice: "Oye, tienes que recordar comprar plátanos cuando vuelvas a casa. Las necesito por la mañana". 

Es la inteligencia calculadora que me recuerda cuándo tengo que lavar la ropa. Pero quizá lo más importante, es que la vocecita me dice "Yo soy". Y mientras mi hemisferio izquierdo me diga "Yo soy", me vuelvo un ser separado. Me convierto en un individuo singular, independiente del flujo de energía que me rodea y separado de los otros. Y esa fue la parte del cerebro que perdí la mañana de mi derrame cerebral. 

En la mañana de mi derrame cerebral, me desperté con un dolor punzante en mi ojo izquierdo. Era un dolor cáustico... como el que aparece cuando mordemos un helado. Y aparecía... y desaparecía. Y otra vez, aparecía... y desaparecía. Era muy poco común para mí experimentar esta clase de dolor. Entonces pensé, bueno, simplemente empezaré con mi rutina normal. 

Me levanté y me subí a la máquina para hacer ejercicios en la que se hace ejercicios para todo el cuerpo. Y mientras estoy moviéndome en esa cosa, me doy cuenta de que mis manos parecían garras primitivas agarrándose a la barra. Y pensé... es muy peculiar... y me miré el cuerpo y pensé..."Oh, soy una cosa extraña". Y así fue como mi conciencia había cambiado mi percepción normal de la realidad, de ser la persona que está en la máquina viviendo la experiencia, a un espacio esotérico donde era testigo de que me observaba teniendo esa experiencia. 

Y eso realmente era extraño, y mi dolor de cabeza era cada vez peor. Entonces me bajé de la máquina y mientras caminaba por la sala, me di cuenta de que el interior de mi cuerpo se había desacelerado. Y cada paso era muy rígido y muy deliberado. No había fluidez en mis pasos y estaba esta limitación en el área de las percepciones, de modo que estaba enfocada en los sistemas internos. Estaba parada en el baño lista para meterme en la ducha y podía escuchar el diálogo dentro de mi cuerpo. Escuchaba una vocecita que me decía: "Músculos, contraerse. Músculos, relajarse". 

Y fue entonces cuando perdí el equilibrio y me apoyé en la pared. Me miré el brazo y me di cuenta de que no podía definir los límites de mi cuerpo. No podía definir dónde comenzaba y dónde terminaba porque los átomos y las moléculas de mi brazo se mezclaban con los átomos y moléculas de la pared. Y todo lo que podía detectar era esta energía... energía. 

Y me pregunté... ¿Qué me pasa?... ...¿Qué sucede?... Y en ese momento, mi vocecita... la vocecita del hemisferio izquierdo... quedó en silencio. Igual que cuando pulsamos el botón de silencio del mando a distancia. Silencio total. Y al principio, me sorprendí por el hecho de encontrarme dentro de una mente en silencio. Pero la magnificencia de la energía que me rodeaba me cautivó. Y como ya no podía identificar los límites de mi cuerpo, me sentía enorme y expansiva. Me sentía en comunión con la energía y era hermoso. 

De repente, mi hemisferio izquierdo vuelve a ponerse en línea y me dice... "¡Oye, tenemos un problema! Tenemos un problema y debemos buscar ayuda". Y yo digo. "¡Ahh! Tengo un problema. Tengo un problema". Y me dije "Bien. Bien. Tengo un problema". 

Inmediatamente después volví a estar a la deriva en mi conciencia... y a este espacio lo llamo afectuosamente La La Land. Era hermoso. Imaginen lo que sería estar totalmente desconectado de la voz del cerebro que nos conecta con el mundo externo. 

Estaba en este espacio y mi trabajo... y el estrés relacionado con él... había desaparecido. Y me sentía más ligera. Imagínense... todos los vínculos con el mundo externo y las preocupaciones relacionadas con él... se habían ido. Y tuve esa sensación de paz. ¡Realmente imaginen lo que sería dejar de lado 37 años de carga emocional! (Risas). ¡Oh! ¡Me sentía eufórica! Euforia. Era hermoso. 

Pero luego mi hemisferio izquierdo vuelve a ponerse en línea y me dice: ¡"Oye! Tienes que prestar atención. Hay que buscar ayuda". Y pienso "Tengo que buscar ayuda. Tengo que concentrarme". Salí de la ducha y me vestí mecánicamente y caminé por el apartamento, y pensé "Tengo que ir al trabajo. Tengo que ir a trabajar ¿Puedo conducir? ¿Puedo conducir?" 

Y en ese momento mi brazo derecho se paralizó totalmente. Y entonces me di cuenta "¡Oh, Dios mío! ¡Estoy teniendo un derrame cerebral! 

Y lo siguiente que me dijo mi cerebro fue: "Oh.. ¡Qué genial!... (Risas) ¡Esto es genial! ¿Cuántos científicos del cerebro tienen la oportunidad de estudiar su propio cerebro de adentro hacia afuera? (Risas) 

Pero después pensé: "Soy una mujer muy ocupada" (Risas) "¡No tengo tiempo para un derrame cerebral!". 

Y reflexioné: "Bueno, no puedo evitar que suceda. Estaré con esto una semana o dos y luego y volveré a mi rutina. Está bien. Tengo que pedir ayuda. Tengo que llamar al trabajo. No me acordaba del número del trabajo entonces me acordé de que en mi despacho tenía una tarjeta con mi número. Fui a mi despacho. Saqué una pila de siete centímetros de tarjetas de visita. Y miraba la primera tarjeta y aunque podía ver claramente en mi mente cómo era mi tarjeta, en ese momento no podía decir si era mi tarjeta o no porque solo podía ver píxeles. Y los píxeles de las palabras se mezclaban con los píxeles del fondo y de los símbolos. Y yo simplemente no lo distinguía. Entonces esperé, a lo que llamo, un momento de claridad. En ese momento podría volver a conectarme la realidad normal y podría ver que no era la tarjeta... no era la tarjeta... no era la tarjeta. Tardé 45 minutos en bajar unos dos centímetros de la pila de tarjetas. Mientras tanto, por 45 minutos, la hemorragia era cada vez mayor en mi hemisferio izquierdo. No entendía los números, no entendía el teléfono, pero era el único plan que tenía. Cogí el teléfono y lo coloqué así. Cogí la tarjeta, la puse aquí y quería hacer coincidir la forma de los garabatos de la tarjeta con los del teléfono. Pero entonces volví a regresar a La La Land, y no me acordaba de si ya había marcado los números. Tuve que empuñar mi brazo paralizado como un muñón y cubrir los números mientras los marcaba para que cuando volviera a la realidad normal, pudiera darme cuenta de que sí, ya había marcado ese número. 

Finalmente, marqué el número y escuché el teléfono y mi colega contestó el teléfono y me decía: "Guau, guau, guau". (Risas) Y me dije a mí misma "¡No puede ser. Él suena como un Golden Retriever!" 

Y entonces le dije... con claridad mental le dije: "¡Soy Jill! ¡Necesito ayuda!" pero lo que salió de mi boca fue "Guau, guau, guau". Y pensé "¡Oh dios mío, yo también sueno como un Golden Retriever!" No podía saber. Yo no sabía que no podía hablar ni entender el lenguaje hasta que intenté hacerlo. Él se dio cuenta de que necesitaba ayuda y me envió ayuda. 

Y más tarde, estaba en una ambulancia desde un hospital de Boston al Hospital General de Massachusetts. Me encogí y adopté una posición fetal. E igual que a un globo al que se le va la última gota de aire, sentí que mi energía se había ido... que mi espíritu se había rendido. 

En ese momento, yo sabía que ya no era más el artífice de mi vida. Entonces, o los médicos rescataban mi cuerpo y me daban una segunda oportunidad de vida o quizás ese era mi momento de transición. 

Cuando luego me desperté, esa tarde, me sorprendí al descubrir que seguía viva. Cuando sentí que mi espíritu se rendía, dije adiós a mi vida. Y mi mente estaba ahora suspendida entre dos planos de realidad muy distintos. Los estímulos que ingresaban a través de mis sistemas sensoriales me causaban puro dolor. La luz quemaba mi cerebro y los sonidos eran tan altos y caóticos que no podía distinguir ninguna voz entre el ruido de fondo y quería escaparme. Como no podía identificar la posición de mi cuerpo en el espacio, me sentía enorme y expansiva. como un genio recién liberado de su botella. Mi espíritu flotaba libre como una gran ballena navegando por un mar de euforia silenciosa. El nirvana. Encontré el nirvana. Y recuerdo haber pensado que no había forma de que yo fuera capaz de comprimir la enormidad de mi ser dentro de este cuerpo tan pequeño. 

Pero me di cuenta de que "¡Sigo viva! Todavía estoy viva y he encontrado el nirvana". Y si he encontrado el nirvana y todavía estoy viva, entonces todos los que están vivos pueden encontrar el nirvana. Imaginé un mundo de personas hermosas, tranquilas, compasivas, que sabían que podían visitar este espacio en cualquier momento, y que sabían que podían elegir deliberadamente dar un paso a la derecha de su hemisferio izquierdo y encontrar esta paz. Y entonces, me di cuenta del enorme regalo que era esta experiencia, lo que un derrame de iluminación puede significar y cómo vivimos nuestras vidas. Y eso motivó mi recuperación. 

Dos semanas y media después de la hemorragia, los cirujanos me operaron para sacar un coágulo de sangre del tamaño de una pelota de golf que presionaba mis centros de lenguaje. Aquí me ven con mi madre, que ha sido un verdadero ángel en mi vida. Mi recuperación completa tardó ocho años. 

Entonces, ¿quiénes somos? Somos la fuerza generadora de vida del universo con destrezas manuales y dos mentes cognitivas. Y tenemos el poder de elegir, momento a momento, quiénes somos y cómo queremos estar en este mundo. Aquí mismo, en este momento, puedo ir a la conciencia de mi hemisferio derecho, donde estamos. Soy la fuerza generadora de vida del universo. Soy la fuerza generadora de vida de 50 billones de hermosos genios moleculares que componen mi forma como una persona con todo lo que eso significa. O puedo elegir ir a la conciencia de mi hemisferio izquierdo donde soy un individuo particular una sustancia, independiente del resto, separada de ustedes. Soy la Dra. Jill Bolte Taylor intelectual, neuroanatomista. Estos son los distintos "yo" interiores. ¿Cuál elegirían ustedes? ¿Cuál eligen? ¿Y cuándo? Creo que mientras más tiempo pasemos eligiendo utilizar los profundos circuitos que nos dan paz de nuestro hemisferio derecho, más paz, podremos proyectar al mundo y nuestro planeta será más pacífico. Y pensé que valía la pena compartir esta idea.

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