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Emociones y embarazo
Durante el embarazo la futura madre siente muchas emociones. Algunas nuevas, otras antiguas, algunas muy intensas…
El cuerpo es muy simbólico. Nos da mucha información acerca del estado de nuestras emociones. Los síntomas, las patologías, nos pueden indicar qué emoción está implicada.
Las emociones se pueden liberar en cualquier momento de la vida, pero durante el embarazo este trabajo nos libera doblemente de una manera especialmente beneficiosa.
Trabajar nuestras emociones durante esos meses en los que una nueva vida se desarrolla en el interior de la mujer, es doblemente favorable. La observación de lo que ocurre en nuestro cuerpo emocional nos ayuda a sanar los conflictos de nuestra historia y, además, estamos procurándole al bebé una importante dosis de seguridad; un lugar más acogedor y benevolente tanto ahora, dentro, como más tarde fuera de tu cuerpo.
La experiencia de trabajar con mujeres embarazadas es siempre muy gratificante para todos los implicados. Las emociones se experimentan y se liberan de un modo más suave y directo que en cualquier otro momento de la vida. Es como si la energía del niño participase en el proceso.
Sanando el embarazo
En un caso reciente, una mujer acudió a terapia durante su séptimo mes de embarazo para trabajar desde un punto de vista emocional una placenta previa. En pocas sesiones pudimos averiguar el origen del conflicto y sanarlo. Muchas veces la herida está en un lugar inesperado. El trabajo de indagación nos fue indicando el camino con gran facilidad.
En el caso de las embarazadas el proceso se realiza con más suavidad y lentitud para que sea lo más fácil posible para ella y para el bebé, que, como sabemos, vive las mismas sensaciones emocionales que la madre.
De esa forma, comunicándonos con la niña interior de la madre, que está más alerta que de costumbre, llegamos fácilmente al origen del conflicto.
Trabajamos con anclajes muy potentes y programamos el subconsciente para llegar a la emoción sin sufrimiento.
Seleccionamos la emoción y la transformamos con facilidad.
En el proceso emergen conflictos que es posible que lleven ocultos muchos años. Conflictos que de alguna manera tienen que ver con el hecho de traer una criatura a este mundo. Miedos que se reflejan directamente en el cuerpo. Bloqueos que ponen en marcha mecanismos que solo son de defensa ante algo no comprendido, no integrado o no aceptado.
La relación con el padre del niño, la historia personal, la niña que fue esa mujer, ofrecen un panorama claro del conflicto, o de los conflictos.
En cuatro sesiones la mujer vivió un proceso de transformación interior al hacer conscientes y liberar algunos asuntos que estaban estancados desde hacía mucho tiempo.
En su siguiente visita médica, le comunicaron que la placenta se había desplazado dejando vía libre al niño y librándoles a los dos de una cesárea programada.
Las emociones están ahí para darnos una información. Si nos decidimos a escuchar el mensaje ya hemos dado el paso más importante: el primero. Desde ese momento ya no hay vuelta atrás. Con la naturaleza de nuestra parte, con la vida a favor, el proceso se desarrolla con más facilidad.
Cuando nos liberamos del miedo, las mejores posibilidades toman su lugar.
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